Por Andrés Clúa, especial para La Ola Madre
Fotos: Lau, Dan Montes de Oca, A.Clúa
Con más de una década dentro del agua, si bien aún considero estar en una etapa de constante aprendizaje, he notado un gran cambio a nivel del surf desde que me involucre en este deporte.
Lo que más de uno piensa, quizás, es que el deporte ha evolucionado por parte de los que lo practicamos. También, los avances tecnológicos han permitido que las nuevas generaciones evolucionen de forma más vertiginosa con respecto a sus predecesores.
Sin embargo, si bien estos temas de charla se dan frecuentemente, mi mente no deja de preguntarse cómo era esa forma de ver al surfista en los años 60 y 70s: un estereotipo vinculado al bohemio libre, o quizás también un vagabundo drogadicto sin obligaciones.
Han pasado los años y gracias a este fenómeno que crece de forma exponencial, el mito del surfista vago ha cambiado por algo que llamamos “estilo de vida”: viajar por los 5 continentes y visitar lugares paradisíacos. De este modo, se consigue una libertad absoluta en el itinerario, disfrutando de las hermosas chicas en bikinis y los viajes, siempre obteniendo dinero de por medio, generando un modelo de vida que hoy en día es aceptado por la sociedad.
Tanto en aquellas épocas como en las actuales, lo importante es poder transmitir que es lo que se siente en relación a este “modo de vida”. Y en el modelo contemporáneo, los medios audiovisuales son los encargados de presentarnos esta realidad. Un “modo de vida”, aparentemente aceptado por multitudes, que nos muestra hermosos lugares acompañados de una excelente banda sonora, con cuerpos sensuales desfilando por la playa. Cuando, en verdad, sigue habiendo mucho más para pensar, reflexionar y aprender.
¿Quién ha dicho que todo esto sea necesario? ¿No es suficiente con ver y disfrutar una hermosa puesta de sol? ¿Qué otra cosa se puede esperar de la vida, que la propia belleza de estar viviendo?
Un sin fin de temas múltiples y opiniones que salen a la luz cuando nos vinculamos con estos casi-humanos seres acuáticos. Viviendo en todos lados con sus sarcófagos, esperando partir a un nuevo viaje, con un mínimo equipaje de algunas prendas y protector solar.
Un surfista “real”, caracterizado por su comportamiento revolucionario, es el que en su rostro queda garabateada una sonrisa de felicidad, bastará para que expresar todo aquello que quiera decir.
Muy bien como siempre Andrés….!!!!